Se nos satisface demasiado fácilmente con palabras y contrapalabras; somos sabihondos, y siéndolo, todo lo que podemos hacer es esperar que algo ocurra.
Pero hombres, no pregunten huevadas, no se hagan los sabihondos, no intenten entendernos porque no estamos siendo racionales, no sean condescendientes que no estamos buscando pena sino empatía.