Así quedará cerrado el ascenso de individualidades que puedan perturbar el orden impuesto al populacho, al que sólo orientarán nuestros dirigentes revolucionarios.
Y, ciertamente, de ninguna manera es aceptable que unos hombres, huyendo de la insolencia de un tirano, caigan en la insolencia de un irresponsable populacho.