Por tanto, los trastornos eyaculatorios podrán producirse ante cualquier alteración de tipo orgánico y / o psíquico que interfiera con la normalidad de este proceso.
Un poco más adelante los conductos deferentes y antes de llegar a la uretra, se unen con la vesícula seminal y la próstata creando así los conductos eyaculatorios.
Justo en el instante después de la descarga eyaculatoria, que es un acto excesivamente violento, el hombre necesita tranquilizarse, mientras que la mujer queda dispuesta a mucho más.
Lo mismo podría ocurrir con determinados elementos cancerígenos de la sangre, por tanto, una elevada frecuencia eyaculatoria evitaría su efecto dañino sobre el órgano.