Descartadas las acusaciones vampirismo y de licantropía, la sospecha empezó a centrarse en los endriagos, los que con total displicencia se movían a voluntad por campos y viviendas.
Y así pasa en estos relatos de personas humanas - - que nadie confundiría con hadas o endriagos - - que adolecen de alguna rareza, ilusión o ensueño que los distingue de la normalidad.