Era sobre descarado atrevimiento, villano y grosero desagradecimiento a quien me honraba con el concepto de pensar que sabía hacer una mujer ignorante, lo que tan lucidos ingenios solicitaban.
Sino porque esa noche la presencia del desagradecimiento primó más allá de los que, impedidos por su edad, sus enfermedades y su dependencia de otros, no pudieron estar presentes.