Por ahí los tenemos, en los bolsillos, en especiales estuches de colorines, impertérritos e inexpresivos por sí mismos, con su obstinada mudez de cosa artificial.
Cuando yo trabajo hago muchas piezas que aparentemente pueden parecer iguales, pero no es así, porque todo producto parte de una materia prima inexpresiva.
Su rostro permanece inmóvil e inexpresivo, no se percibe ningún movimiento interior e incluso fuertes estímulos de dolor pueden no provocar reacción alguna.